30 oct 2012

'La nave de los locos': inteligencia y actitud

La primera obviedad a tener en cuenta antes de entrar en materia es que, por mucho que de cuando en cuando flirtee con su faceta de crooner o recurra a los poetas contemporáneos, Loquillo es, ante todo, un artista de rock and roll. Vive (creo) como tal y elucubra como tal. Como símil perfecto bien valdría su admirado Johnny Hallyday, capaz de ser creíblemente respetado aun cuando andaba por territorios más light.

La segunda es que, indudablemente, Loquillo es un tipo inteligente y posee la suficiente habilidad como para discernir que los dos tipos que mejor han sabido explotar sus cualidades de frontman han sido (y son) Sabino en la composición y Jaime Stinus en la producción.

Así las cosas, más a modo de introducción que de manera pedagógica, no creo que fuera necesario, tanto por parte de los interesados como de los (privilegiados) medios, aclarar a bombo y platillo el tipo de alumbramiento de tan ilustre trinomio. Era cuestión tan solo de que los planetas tiempo y oportunidad se acercasen. Fácil, por tanto, llegar a la conclusión lógica de que era la ocasión idónea para, a golpe de guitarrazo, descargar la disconformidad con lo establecido y lo provocado del rock and roll.

Pues si, en efecto, “La nave de los locos” es un disco de rock, de rock intenso, vigoroso por momentos, desgarrado por otros y que expele actitud por los cuatro costados, incluso cuando los tiempos de arrumaco (“Paseo solo”, “Luna sobre Montjuic”) fluyen a mitad del disco. Bebe por igual del rock urbano de finales de los 70 ( si se me permite “Noches de rock and roll” de Burning), como de la etapa troglodita de “La mafia del baile” o de “Cuero español” en la parte musical y, como no podía ser menos, de “La noche en que murió Marcello Mastroianni”, -la desapercibida obra de Sabino con Los Montaña- en la compositiva. Al fin y al cabo las letras fueron escritas en diferentes etapas vitales del Sr. Méndez.

Tan válido, por su clasicismo, tanto para el roto reivindicativo de los tiempos asesinos que corren, como para el cosido de mantener viva la llama del género, que parece destinado en este país, de manera artesanal, a pequeñas salas, el disco contiene temas lo suficientemente excepcionales (“La nave de los locos (sin novedad en el paraíso)” que abre el disco, “De vez en cuando y para siempre” o “Planeta rock”) como para afirmar sin rubor que estamos ante un disco magnífico, no sé si tanto por la idea como por lo estrictamente musical. Lo cierto es que el gigante del Clot ha dado en la diana al tener la valentía de hacer un disco conceptual tan bueno, destinado a formar parte de su galería de perpetuos.

Tracklist:

01. La nave de los locos (Sin novedad en el paraíso)
02. El mundo necesita hombres objeto
03. Contento
04. Muñecas rusas
05. Paseo solo
06. Mi bella ayudante en mallas
07. De vez en cuando y para siempre
08. Planeta rock
09. Luna sobre Montjuïc
10. Canción de despedida (con Mikel Erentxun)

[Redacción Nuevaola80. Aurelio Sánchez]

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