Hacía referencia al intento
desesperado respecto a que se les prestara la atención necesaria a los
profesionales que confluyen en el mundo del espectáculo, desde
tramoyistas a técnicos de sonido, desde editores de video a montadores
de escenario, pasando por un largo listado de trabajos fuera de foco sin
los cuales la cultura audio visual no podría brillar finalmente ante
los diferentes tipos de público.
Conductores, roadies,
apuntadores o técnicos de luces (entre otros) se han encontrado con que
las actuaciones se cortaron en seco y ahora sólo son diana de la desidia
de los diferentes gobiernos autonómicos, empezando por el estatal.
Quienes tenían el año anterior 125 bolos, éste lo cerrarán (con suerte)
con 20. O quedarse en facturar el 3% del año anterior. Y, en el caso de
los técnicos, se enfrentan además a una de las situaciones más insólitas
que se puedan encontrar en el mercado laboral, no es lo normal que se
llame intermitentemente a un trabajador para decirle cuántos días
trabajará y a qué precio variable, sí o sí.
A esa acostumbrada y
permanente inseguridad se ha unido ahora el parón preventivo por el
miedo a la expansión de la pandemia y muchos dudan que pueda
reconducirse la situación incluso a medio plazo.
En principio,
las ayudas fueron tan bien pensadas que, a según quién, le
correspondieron 83 euros al mes... convendremos en que “pitanza” no es
la palabra más precisa que se podría usar para definirlas, aunque rima
con la más ajustada, que me ronda por la cabeza. Hasta este mes de
noviembre pasado no se publicó un Real Decreto que "complementaba" las
ayudas al sector cultural.
Y me pregunto: ¿Se podría decir:
“tarde, pero bien pensado”? Pues es como el peinado de Rodríguez
Sahagún, “sahagún” se mire, porque buena parte de esa ampliación del
subsidio caduca justo el 31 de Enero de este año que entra, 2021.
También
recuerdo ahora el asombro que sentí cuando, al azar, leí sobre este
tema en un chat. Una pija negacionista de teñido supercuqui se burlaba
de ellos, entre el plauso de sus compinches, afirmando: “son cómplices y
están vendidos al gobierno, éstos lo que buscan es una paguita”.
Admirado ante la profundidad del análisis, no puedo evitar preguntarme
hasta qué punto se llega a comprender lo tradicionalmente débil que es
ese sector, al que ningún político de ningún partido se ha atrevido a
plantear ordenamiento más allá de vaguedades biensonantes.
Personalmente,
creo que es una asignatura pendiente desde la propia llegada de la
democracia y esta crisis económica motivada por el virus podría dar un
golpe durísimo a la propia estructura de funcionamiento. Y supongo que
esa niñata filósofa no englobaría también a los que ya están en las
colas de Caritas, pero vaya si existen.
Sin llegar a esos
extremos, estamos ante la incógnita de cuántos de esos aproximadamente
35.000 artistas y profesionales -en este año de criba salvaje que se nos
viene encima- dejarán sus trabajos.
Quizá indefinidamente.
Ah, la palabra es “vergüenza”, pero como no hay de eso…
[Redacción Nuevaola80. Teo Serrano]
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