También posee, indudablemente, talento, mucho talento, una obsesión casi enfermiza por la perfección, se intuyen muchos retoques a sus producciones antes de salir al mercado, de ahí que siempre suenen impecables, y un rechazo al lirismo convencional a la hora de escribir canciones, aún siendo diametralmente opuesto lo que hace ahora a, como decía, Radio Futura, ambos periodos tiene un alto componente metafísico en común.
Precisamente eso es lo que hay detrás de este "Cantos de ultramar" que hoy llega a nuestras manos, una vuelta de tuerca a modo de recreación de 12 de las canciones ya publicadas en su desnudez hace cuatro años dentro del celebrado "El viaje". Para vestirlas de gala, se ha rodeado de un elenco de virtuosos (aparte del formidable guitarrista Joan Vinyals, totalmente desconocidos para mi) que bien podrían cuadrar tanto en un club de jazz de Nueva Orleans como en una jam session, con el sol a cascoporro, en cualquier rincón del Caribe ... no cabe, como no podía ser menos, mejor elección dada la procedencia de la misma.
Envuelto en una presentación lujosa y exquisita (cualquier buen escribano tiene que subsistir y estamos en campaña navideña) que incluye unas portentosas fotos en blanco y negro y las partituras de todas las canciones, el disco es un compendio de brisas de jazz latino, son, bolero y habaneras, incluso algún retazo salsero, con mínimas concesiones al rock (si acaso la fabulosa "Aire") con el increíble logro de haber conseguido hacer suyo cada uno de los citados estilos, con la inestimable ayuda del resto del sexteto, hasta tal punto que, en una hipotética oída a ciegas, nada haría sospechar que están procreadas por un aragonés, que en sus inicios escribía y entonaba pop festivo y superficial pero ahora tiene el alma impregnada de aires caribeños.
Dentro del excelente tono general del disco, quizá los momentos más gloriosos aparezcan en las aproximaciones al jazz ("Luz de mis huesos", "Los inadaptados", "Arenas del Duero" ...) pero el resto nos depara maravillosos mosaicos en clave cubana ("En la frontera", "Agua de limón"), salseros ("A morir amores") y hasta a ritmo de chachachá ("Nada") todo ello compactado en una obra tan variopinta como conceptual y magistralmente interpretada, valga la insistencia.
En resumen, un disco fastuoso en cuanto a continente y contenido, tan suficientemente enérgico para mover el esqueleto como reposado a la vez pero siempre disfrutable e ideal para escucharlo en navidades pandémicas mientras preparas para tu pareja y tu un par de rones con hielo y enciendes un habano de esos que tenías guardados desde que asististe al último enlace matrimonial.
Tracklist:
[Redacción Nuevaola80. Aurelio Sánchez]
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