Foto: Roberto Ruiz |
Prueba de todo ello son sus «niños», como él los llamaba. Esa colección fotográfica que el presentador musical, el gran innovador de la escena radiofónica cántabra de la época, atesoraba en su casa con prolijas dedicatorias escritas a mano. Paquita Rico, María José Cantudo, Mari Trini, Luciana Wolf, Jaime Morey... Todos le deben, de alguna manera, parte de lo que llegaron a ser. Aunque en su corazón reservó siempre dos espacios para los dos grandes: Raphael y Julio Iglesias.
«De Julio vi que tenía gran sensibilidad, muchas ganas de triunfar, mucho oído, afán de superación, en todo momento buscaba mejorar y cantar con la máxima perfección», resumió hace años en una entrevista a El Diario Montañés. Su oído culto –llegó a atesorar una grandiosa colección de discos en su casa–, le permitió, probablemente, 'ver' a través de sus tímpanos aquello que se le escapaba a los demás. «Cuando Raphael vino a Santander se acababa de poner el pantalón largo. Era casi un niño. De él vi enseguida que era un gran artista, que controlaba el escenario, que tenía muy buena voz y por eso le promocioné. Le traíamos a los festivales musicales juveniles de Santander. Creí en él desde el primer día», explicó en otra ocasión.
Del archivo se rescata la fotografía que inmortalizó el encuentro del artista con el santanderino el 4 de agosto de 2011, cuando Raphael subió al escenario del Festival 'Música en Grande' de la capital cántabra en la campa de La Magdalena.
Aquel encuentro revivió, de alguna manera, el espíritu de los grandes festivales de la canción que el presentador llegó a organizar durante años como prolongación de lo que hacía en la radio. El primero fue en el año 1962, en el teatro Pereda. Allí se celebraron muchos en las largas mañanas de domingo. Luego se trasladaron al Chiqui, al Gran Cinema... Fue la consecuencia directa del éxito arrollador de algunos de sus programas. Sobremanera sucedió con 'Caravana de la Alegría'. Su receta fue clara: «Antes se usaba el 'señoras y señores'. Yo empecé a llamar a los oyentes de tú y eso les gustó mucho», recordaba hace años. 'Caravana de la Alegría' le dio mucha popularidad. Fue el primer programa que se hizo en Cantabria dedicado a la música joven. Sonaron Elvis, Paul Anka, Ricky Nelson, Iglesias, Raphael, Serrat... Antes solo existía la llamada radio cóctel, en que todo tenía cabida. Pero él le dio la vuelta para alcanzar de lleno lo que buscaba la gente joven.
Probablemente no le resultó difícil. Su visión era la de un joven que de crío buscó las sintonías de Radio Luxemburgo o de Europa número uno. Su cultura musical se había nutrido con la visión fresca que llegaba de fuera y eso se notó en el resultado. «La radio ha sido mi vocación, mi vida, mi amor», exclamó siempre. Quienes le conocieron afirman que era algo que se le notaba en los ojos.
Los reconocimientos le llegaron tras décadas de trabajo con la luz roja y frente a los micrófonos. Le entregaron el premio 'Bisonte', le llegó a homenajear el Ayuntamiento de Santander en la plaza Porticada, la asociación de artistas madrileños y hasta Unicef.
Cerró las puertas del estudio en 1993. Se jubiló;pero luego continuó colaborando con otras emisoras haciendo programas de fin de semana en la COPE, en Radio Camargo, en tertulias de otras casas. Prácticamente se puede decir que nunca paró del todo. Al menos hasta los últimos años, cuando los achaques recurrentes le obligaron a adaptar su vida a su avanzada edad.
De cuando en cuando miraba atrás y se emocionaba al repasar un currículo que siempre se movió en las ondas. «Creo que en la radio, desde 1962, he hecho de todo. Además de programas musicales y magacines colaboré en otros, hice informativos, leí esquelas y hasta la guía comercial. Estoy satisfecho porque hice de todo en Radio Cantabria, Radio Cadena y Radio Nacional de España», contó una vez. Incluso llegó a dirigir un programa especializado en grafología en Radio Juventud de Torrelavega. Se llamaba 'profesor Federico' y tuvo un éxito tremendo.
El libro o el disco bajo el brazo se convirtieron casi en una más de sus extremidades. Era algo característico de su personalidad, como el trato afable, la calidad como compañero de trabajo o la profesionalidad, recuerdan sus colegas del gremio. Son esos mismos testimonios quienes afirman que su carisma brillaba tanto, que permanecerá en el recuerdo de sus oyentes para siempre.
[Fuente: José Carlos Rojo para eldiariomontanes.es -Enlace original-]
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