El sosiego se impone a la agitación, mientras Fino profundiza en el asunto sin indulgencias ni dramas, asumiendo lo que hay. No lo hace solo, ni mucho menos: a la base rítmica formada por Alfonso Luna y Caio Bellveser se suman las percusiones de César Verdú, el fiscorno y la trompeta de Pepe Andreu, el violín de Victoria Parker y el chelo de Phillip A. Peterson. Los teclados y las guitarras las firma el propio Oyonarte.
La introducción de cuerdas y piano nos pone en situación y el fraseo levemente sincopado de las estrofas –interpretadas con el tono adecuado, él nos lo cuenta de tú a tú– cede el paso a un estribillo generoso en arreglos y coros que entronca con grupos como The Beatles, The Left Banke, The Zombies y otros puntales del pop sesentero rico en ornamento. Poco a poco, la canción traza una trayectoria espiral e incrementa con gracilidad su fuerza centrífuga, pero Fino se mantiene asido a los versos con firmeza. Cuando por fin amaina, cuando el compás vuelve a cuadrarse, vislumbramos una nueva senda en la que adentrarnos. E intuimos que, aunque también haya tropiezos, merecerá la pena caminarla.
Producido por César Verdú y Fino Oyonarte. El diseño es de La parte gráfica y la fotografía de Fino Oyonarte.
[Fuente. Buenaventura Records]
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