Recuperación histórica que el sello de Barcelona Bcore hace con esta
reedición de uno de los más míticos singles de la nueva ola barcelonesa,
el disco de Telegrama con su 'Chica del metro' en la cara A y 'Jugando
sucio' en la trasera. El texto de Kiko Amat resume a la perfección la
trascendencia de este grupo de Badalona que, ya en 2005, su sello
matriz, Flor y Nata Records, publicara un compacto entero recuperando
material diverso en el que incluían los temas del citado sencillo,
maquetas y directos.
"Mucha gente se tomó Telegrama a mofa. Quizás yo fui uno de ellos,
hacia 1986. Era por los pelos y las cien chapas condecorando las
gabardinas Clousseau y las banderas inglesas cosidas en los chambergos,
que parecían entonces algo superado en las aulas de nuestro modismo.
Pero su primer y único single de 1982 no fue broma alguna. El pop
tiene estas cosas: es completamente no solemne y superficial cuando
quiere, y es a la vez lo más importante de la historia. Telegrama no
ostentaban las pintas de Brighton 64, y desde luego no evolucionaron
hacia su propio 'La casa de la bomba'. Tenían pasado ominoso (Alquitrán:
jevis) y su futuro no fue mejor (Hotel Paradiso: pop-funk bolsudo).
Pero la gloria de la música pop son sus vórtices insospechados. Quizás
Telegrama no eran los más auténticos, pero entregaron una de las
canciones más pegadizas y entrañables y emocionantes (el crescendo final
aún me subleva los alveolos pulmonares) de la nueva ola mod española,
'Chica del metro'; que además tiene el honor de haber sido el primer
single genuinamente independiente de las hornadas de la diana y corbata
fina.
Y es que la autenticidad es una sandez. Grupos mucho más auténticos
no serían capaces de firmar algo así. Por añadidura, su hit no fue flor
de un solo verano: tenían muchos otros éxitos, como 'Héroe de papel' y
'Cuidado con los chicos', ambos himnos perennes del pop juvenil.
Telegrama deberían gozar de respeto y admiración cuando escribamos sobre
nuestras batallas. ¡Oh, pioneros! Telegrama estuvieron allí y nos
dejaron esto, y canciones como esa no mueren nunca. Un gran himno de pop
urbano barcelonés (“Cruzo aceras por ti / Dejo escaleras tras mí...”),
fruto de una época pero inmortal en su esplendor. Es lo mejor del pop."
Tracklist:
01. Chica del metro
02. Jugando sucio
[Redacción NO80s. Pedro J. Pérez]
19 abr 2014
3 abr 2014
Mario Vaquerizo publica 'Fabiografía'
Una persona "buena y al margen de todo", con un genio y carácter único que influyó en el germen de la Movida madrileña y un sentido del humor "chochoni" y surrealista a prueba de las vivencias más enfangadas. Así ve Mario Vaquerizo a Fabio McNamara tras dar forma a la primera biografía del singular artista.
"No hay nadie que conozca bien a Fabio McNamara que hable mal de él", ha declarado el propio Vaquerizo durante una entrevista después de culminar un proyecto largamente atesorado y en cuya redacción, dice, ha combinado su rigor como periodista con la admiración que profesa al personaje.
Desde 2003 intentaba convencer a McNamara de que le permitiera retratar literariamente una vida que en su juventud transcurrió de forma muy "extrema", aunque fue hace poco cuando el pintor dio el sí, "quizás por lo pesado que fui", afirma Vaquerizo. "Es muy tímido, pero conmigo se ha abierto en canal", añade quien se declara uno de sus mejores amigos. Con esa confianza, fue naciendo Fabiografía, resultado de charlas que se alargaron durante año y medio, en una doble sesión semanal en la que el homenajeado "vomitaba" sus pensamientos.
Contado en primera persona, Vaquerizo se encargó de dar forma a esas narraciones, dividirlas en capítulos y preservar un estilo particular para que, quien se acercara a la obra, sintiera que estaba "leyendo" al mismo McNamara, con esos vocablos tan suyos, como "chochonismo". La obra arranca con su infancia en el barrio madrileño de Ciudad Pegaso y con el descubrimiento de una noche madrileña que, en los estertores del franquismo -"una dictadura que no era dictadura ni era nada", escribe-, comenzaba a repuntar y en la que, según cuenta, ya abundaban el "mariconerío" y las drogas, de las que abusó en exceso. "Las drogas fueron su único amigo. Fabio no era de tener novios, no tenía una vida estable para ello", relata Vaquerizo ante la ausencia de referencias sentimentales.
McNamara se hizo uno con el ambiente "underground" de la ciudad, inspirado por el punk y el glam, apenas vestido con un tanga, un "mini pull aleopardado", y unos tacones, estilismos cada vez más imposibles que ideó, por ejemplo, durante su convivencia con Tino Casal. A ritmo de las New York Dolls, Blondie "la Bowie" y la Velvet Underground, Fabiografía es una guía por los locales trascendentales de la Movida, con una banda sonora propia en la que no faltan los escarceos musicales de su dúo junto a Pedro Almodóvar. Así, en la obra se da cuenta de su relación con los Pegamoides de Alaska, con Bernardo Bonezzi y con la "factoría warholiana" en que resultó "Casa Costus".
No hubo nada que frenara sus pulsiones vitales. "Quiso ser rock star y lo consiguió, quiso ser pintor y lo consiguió", afirma el periodista, que defiende también la "revelación" religiosa que, después de su hospitalización en el año 2000, le hizo cambiar completamente su modus vivendi y le llevó a su actual fervor católico, como refleja la portada de Juan Gatti.
"Yo aplaudo esa conversión, porque si no hubiera sido por eso, quizás no habríamos disfrutado de él, de sus cuadros y de un libro escrito por él", asegura Vaquerizo, que dice que "hay que conocerlo bien" para juzgar declaraciones como su reciente y controvertida defensa del aborto o su visión de la homosexualidad.
[Fuente: libertaddigital.es -Enlace original-]
"No hay nadie que conozca bien a Fabio McNamara que hable mal de él", ha declarado el propio Vaquerizo durante una entrevista después de culminar un proyecto largamente atesorado y en cuya redacción, dice, ha combinado su rigor como periodista con la admiración que profesa al personaje.
Desde 2003 intentaba convencer a McNamara de que le permitiera retratar literariamente una vida que en su juventud transcurrió de forma muy "extrema", aunque fue hace poco cuando el pintor dio el sí, "quizás por lo pesado que fui", afirma Vaquerizo. "Es muy tímido, pero conmigo se ha abierto en canal", añade quien se declara uno de sus mejores amigos. Con esa confianza, fue naciendo Fabiografía, resultado de charlas que se alargaron durante año y medio, en una doble sesión semanal en la que el homenajeado "vomitaba" sus pensamientos.
Contado en primera persona, Vaquerizo se encargó de dar forma a esas narraciones, dividirlas en capítulos y preservar un estilo particular para que, quien se acercara a la obra, sintiera que estaba "leyendo" al mismo McNamara, con esos vocablos tan suyos, como "chochonismo". La obra arranca con su infancia en el barrio madrileño de Ciudad Pegaso y con el descubrimiento de una noche madrileña que, en los estertores del franquismo -"una dictadura que no era dictadura ni era nada", escribe-, comenzaba a repuntar y en la que, según cuenta, ya abundaban el "mariconerío" y las drogas, de las que abusó en exceso. "Las drogas fueron su único amigo. Fabio no era de tener novios, no tenía una vida estable para ello", relata Vaquerizo ante la ausencia de referencias sentimentales.
McNamara se hizo uno con el ambiente "underground" de la ciudad, inspirado por el punk y el glam, apenas vestido con un tanga, un "mini pull aleopardado", y unos tacones, estilismos cada vez más imposibles que ideó, por ejemplo, durante su convivencia con Tino Casal. A ritmo de las New York Dolls, Blondie "la Bowie" y la Velvet Underground, Fabiografía es una guía por los locales trascendentales de la Movida, con una banda sonora propia en la que no faltan los escarceos musicales de su dúo junto a Pedro Almodóvar. Así, en la obra se da cuenta de su relación con los Pegamoides de Alaska, con Bernardo Bonezzi y con la "factoría warholiana" en que resultó "Casa Costus".
No hubo nada que frenara sus pulsiones vitales. "Quiso ser rock star y lo consiguió, quiso ser pintor y lo consiguió", afirma el periodista, que defiende también la "revelación" religiosa que, después de su hospitalización en el año 2000, le hizo cambiar completamente su modus vivendi y le llevó a su actual fervor católico, como refleja la portada de Juan Gatti.
"Yo aplaudo esa conversión, porque si no hubiera sido por eso, quizás no habríamos disfrutado de él, de sus cuadros y de un libro escrito por él", asegura Vaquerizo, que dice que "hay que conocerlo bien" para juzgar declaraciones como su reciente y controvertida defensa del aborto o su visión de la homosexualidad.
[Fuente: libertaddigital.es -Enlace original-]
Suscribirse a:
Entradas (Atom)