Foto: Ferrán Sendra |
En ella hay piezas de 51 de los artistas que expuso, entre ellos, Miró, Robert Llimós, Juan Genovés, Luis Gordillo, Josep Guinovart, Ràfols-Casamada, Nino Longobardi, Joan Hernàndez Pijuan, Eduard Arranz-Bravo o los citados Mapplethorpe, Muñoz, Plensa o Warhol. Fue con la muestra de este, ‘Pistolas, cuchillos, cruces’, que el padre del pop art visitó por primera y única vez Madrid; por el elevado coste de organizarla, Vijande decidió, algo inaudito, cobrar entrada: 100 pesetas de la época, lo que no frenó el gran éxito de asistencia que obligó a emitir más tickets. Las obras de ‘Fernando Vijande. Retrato: 1971-1987’, comisariada por los artistas José Luis Alexanco (que colaboró con el galerista) y Sergi Aguilar, director de la fundación, provienen en su mayor parte de los herederos del galerista y de los propios autores.
Al margen de lo expuesto, los organizadores enfatizan que el objetivo es que el recorrido capte la aportación del galerista al “ecosistema artístico español en los años 70 y 80, es decir, durante el periodo de transición a la democracia, un tiempo de ruptura, transgresión y cambio en lo social y lo político y también en lo cultural”, apuntan los comisarios. Dos de sus muestras llegaron a sufrir la censura franquista: ‘Eros y el arte actual’, por “pornográfica”, y la colectiva ‘La Paloma’, sobre Picasso. “Llegaba la policía y se llevaba algunos cuadros, lo que hizo que aún tuvieran más repersución”, recuerda Fernando Huici, autor junto a María Escribano y Margit Rowell de parte de los escritos de la exposición.
“Vijande revistió de glamur las obras que vendía de una aura que hacía que el público entrara en la galería. Estaba más loco que sus artistas, decían de él”, explica Escribano. La muestra, que sigue un orden cronológico, incluye documentos, catálogos, artículos de prensa y fotos que contextualizan las muestras que organizó en Madrid, donse se afincó, primero en la Vandrés, que inauguró en 1971 junto a su socia Gloria Kirby, y diez años después, en la galería Fernando Vijande, que se mantuvo abierta un año después de su muerte.
Destacan los comisarios el “carácter y la visión cosmopolita” del visionario galerista, que además supo promocionar a los artistas españoles en importantes certámenes internacionales. Su relación con la fundación se remonta a la amistad que unió a Vijande con Josep Suñol cuando aún eran jóvenes y que se afianzó cuando el segundo ya contaba con una importante colección de arte contemporáneo y dio como resultado, señalan los comisarios, “una complicidad y un constante intercambio de ideas” que favoreció la escena artística del momento.
[Fuente: Anna Abella, para elperiodico.com -Enlace original-]
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