Richi Martínez (guitarra, órgano y voz), Óscar Sancho (guitarra y voz), José Luis Milián (batería) y Samuel García (bajo) son los protagonistas de este fervoroso proyecto, atestado de excitación e ilusión, que compartieron durante casi un lustro. Hoy, tres décadas después, se emocionan al reencontrarse y al tener en sus manos el fruto de aquella pasión pretérita. "Este disco es como decir: esto es lo que hicimos. No pudo ser entonces, y es una forma de evitar el olvido. Es una muestra de la ilusión que tuvimos durante un periodo de nuestras vidas, vivido con intensidad. Pero no es solo parte de nuestra historia, sino de muchos amigos y personas que nos apoyaron o estuvieron con nosotros gozando de grandes momentos", sintetiza el bajista.
Pese a que compartieron escenario con nombres destacados como Los Flechazos, Scooters, Sex Museum o Kamenbert, se les resistió en su época dejar un testimonio sonoro de su legado. "Nos faltaba experiencia, muchas tablas. Quizás la falta de un apoyo exterior, de alguien que nos guiase. Éramos muy jóvenes y no sabíamos cómo funcionaba este negocio. Llegamos a hablar con algún sello discográfico, pero no se llegó a consolidar ningún proyecto", razona Óscar Sancho.
Los orígenes
Los Malvados nacieron a finales de 1987 en un frío local de ensayo cerca del Puente de Hierro. Allí pasaban horas emulando a sus ídolos. "Fuimos un grupo formado por cuatro muchachos muy jóvenes de Zaragoza, amantes de la música, pero sobre todo de la música de los 60 que habíamos escuchado desde críos. Empezamos practicando un ‘garage’ muy elemental, versioneando canciones de los Sonics, de Music Machine... Estábamos muy influidos por los grupos que revitalizaron el sonido ‘garage’ en los 80, como Cynics, Creeps y Fuzztones. Pero nuestro espectro musical era mucho más amplio, con grupos británicos como Kinks, Yardbirds, Spencer Davis Group o Small Faces o bandas americanas como The Byrds o Standells", contextualiza Samuel García.
Sus hazañas no tardaron en ser reflejadas profusamente por Matías Uribe en HERALDO, por Cachi en Radio Zaragoza y por Javier Losilla en TVE de Aragón. Su primer concierto fue en un evento ‘Contra los drogas’ en el barrio de la Magdalena con un cartel eminentemente punk, a excepción de Más Birras –que no acudieron a la cita– y Los Malvados. "Fuimos los primeros en tocar y creo que a los punks no les gustamos nada", explican. Mucho más felices fueron sus recitales en la sala M-Tro de la capital aragonesa. "Tocamos cinco veces allí y disfrutamos todas viendo al público entregado y por las fiestas que se organizaban posteriormente, especialmente en las concentraciones mods", prosiguen. Otro ‘show’ que permanece incrustado en su disco duro es el que ofrecieron en la sala KGB de Barcelona con todas las entradas vendidas. Tampoco han olvidado su participación en la segunda edición del Purple Weekend de León, el festival mod por antonomasia en nuestro país.
Su trayectoria, como les sucedió a tantos otros grupos, se truncó definitivamente en 1991 por las obligaciones con el servicio militar. "Las milis ralentizaron el ritmo con el que habíamos empezado y también las diferencias de criterios hicieron que se paralizara la formación. Pasamos una larga temporada preparando una grabación, pero finalmente al no encontrar el camino decidimos dejarlo", informa García.
De la suma de estos factores y de unas renacidas ganas por "hacer justicia", ve ahora la luz este disco homónimo que contiene las ocho canciones grabadas en julio de 1988 en el estudio Kikos –donde volvieron el sábado para ilustrar este reportaje– y una versión de ‘Secret agent man’. Un álbum que será presentado en diciembre con dos fiestas en dos locales zaragozanos y que puede adquirirse enviando un correo electrónico a oscarsancho@ymail.com.
[Fuente: J. F. Losilla para heraldo.es -Enlace original-]
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