Antes de entrar en materia con este "Noches de rock and roll" considero poco menos que imprescindible enumerar tres condicionantes que si bien no empañan su cualidad de obra magna, si que ayudan (o intentan) a desvelar el aura de malditismo que le acompaña antes, durante y después de su grabación.
La primera es que Burning venían de publicar el incomprendido (me cuesta utilizar los términos mediocre y decepcionante con cualquier disco de ellos) "Atrapado en el amor", todo un fracaso comercial que contrastaba con la elevación a los altares de los dos anteriores ("El fín de la década" y "Bulevar") y que, tanto para la crítica especializada como para el público, hizo tambalearse a la credibilidad de los de la Elipa y su continuidad en la pole position del rock patrio.
La segunda es que es primer disco sin su cantante principal, el sensual y carismático Antonio Martín, que siendo consciente de la espiral autodestructiva en la que había caído, paralela al desbarre global del grupo, decidió retirarse del mundanal ruido e irse a vivir con su familia antes de que las cosas fueran a peor, ocasionando una sensible pérdida para el grupo. Desgraciadamente no le sirvió de mucho ya que fallecería poco después.
Y la tercera y crucial es que la discográfica que lo editó, el sello Belter especializado en flamenco y canción española, quebró al poco tiempo de ponerlo en circulación, lo que motivó que se vendieran muy pocas copias y, por consiguiente, éstas se convirtieran en pasto de coleccionistas que, dándose cuenta de la joya que tenían ante si, pagaron cantidades desorbitadas para hacerse con ella. Particularmente, estuve mucho tiempo dolido por las 2.000 pesetas que tuve que apoquinar a un usurero de cuyo nombre me acuerdo pero no voy a desvelar. Lo cierto es que si no hubiera sido porque algunas emisoras pinchaban regularmente alguno de sus temas, el disco hubiera permanecido totalmente escondido y olvidado hasta que años más tarde la (cutre) casa de discos Perfil lo reeditara a principios de los 90.
Pero, lejos de amilanarse, si por algo se ha distinguido Johnny Cifuentes es por su incombustibilidad y su capacidad para superar la adversidad, cualidades extensibles a Pepe Risi mientras estuvo con nosotros, y, ni cortos ni perezosos asumieron el rol de cantante a pachas y junto al incipiente sonido de la Gibson de Pepe y la solvencia del resto del grupo y las colaboraciones parieron el disco de rocanrol más macarra, suburbial y barriobajero que ha dado este país.
Con esas características como nexo común, el álbum contiene de todo, desde la evocación de personajes semi-marginales ("Cristina", "Johnny el seco" ...) constantes por otra parte en casi toda la obra de la banda, pildorazos de puro rock ("Esto es un atraco", "Nena" ...) y, por supuesto momentos de nostalgia plasmados en baladas como la sensacional "Una noche sin tí", escrita en clara referencia a Antonio y que junto a "Esto es un atraco" han seguido formando parte del repertorio en directo hasta nuestros días. El resto del (corto) Lp no tiene nada que desmerecer a los temas citados formando en conjunto una obra completa y compacta en la que no cabe la irregularidad.
En resumen, un disco fundamental no solo en la discografía de Burning sino en la historia de la música ligera española, concebido desde una chulería y una irreverencia que dejan al punk a la altura de un juego de niños y que todos los chicos tentados por la magia del rock que quieran dedicarse a esto deberían oir y utilizar como punto de partida, los Burning, patrimonio callejero de Madrid, merecen esa pleitesía.
[Redacción Nuevaola80. Aurelio Sánchez]
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