Foto: El Mundo / Banco Imágenes VEGAP |
Glam, brillantina y lamé
En el próximo mes de noviembre, el Museo del Traje de Madrid presentará una exposición de ropas y objetos personales de Tino Casal, con motivo del 25º aniversario de la muerte del cantante. Mi inolvidable amigo Tino Casal perdió la vida en un estúpido accidente el 22 de septiembre. Han pasado 25 años y, curiosamente, su figura desorbitada, estrafalaria, insoportablemente única, ha crecido, se ha agigantado de manera espectacular.
Incluso sus canciones han envejecido bien, maravillosamente. Incluso se aplaude aún más su forma de cantar, sus estrambóticos trajes, sus cuadros, sus diseños... hasta el impresionante trono que le costó un millón de las antiguas pesetas para el álbum 'Lágrimas de cocodrilo'.
Revisando con la gente del Museo del Traje las camisas y chaquetas que me regaló Tino, me resucitó el misterio sobre una increíble chaqueta que se compró en Londres conmigo y que nadie sabe donde está. Se trata de una tipo Nehru, muy parecida a la que llevaba Ringo Starr cuando los Beatles cantaron 'All you need is love' en el primer show vía satélite en la historia de la televisión. Se trataba de una joya inestimable, firmada por Simon y Marieje, dos increíbles holandeses a los que conoció en Ibiza. Esa pareja fundó The Fool, el embrión artístico más sensacional de la psicodelia de los años 60. Fueron diseñadores de la tienda Apple de los Beatles, decoradores del diseño del piano de Paul Mc Cartney, que todavía luce. Y estuvieron relacionados con Graham Nash, de los Hollies, que les produjo un disco.
La ruta de Eloise
Le recriminé a Tino que invirtiera más de 800.000 pesetas en la puñetera chaqueta, pero me dijo que desataría la locura en cualquier programa de televisión que apareciera. Aunque, que yo sepa, nunca se la llegó a poner. Ni siquiera en los tiempos de 'Eloise'.
Produje los cinco álbumes de Tino Casal. Sólo Dios sabe lo que luché, trabajé e invertí en imaginación, en técnica, para que Tino Casal se convirtiera en la estrella que fue. Un artista desconcertante no sólo como cantante y compositor, sino como diseñador, pintor, y estilista. Quizá el amor fanático por David Bowie sustentó nuestra amistad personal y profesional, y sobrevivió a cualquier pulso personal o discográfico.
Sé que jamás me perdonó no haberle presentado nunca a Bowie. En concreto, existe un caso llamativo, en el que me atacó y no me perdonó. Fue cuando David estuvo en Madrid y actuó en la desaparecida sala Jácara para presentar su gira 'Glass Spider', en marzo de 1987. Pero siempre le dije que, de otra manera, nunca le habría podido ponerle a Bowie la versión que hicimos del 'Life on Mars?' para su primer álbum, 'Neocasal'. Bowie se mostró sinceramente sorprendido de la increíble voz de Tino en la versión, aunque no entendía muy bien su inglés. Lo cierto es que Bowie se llevó el único ejemplar de vinilo que tenía en aquellos días. Si hubiera presentado Tino a Bowie jamás su ídolo hubiera podido escuchar su voz.
Durante un tiempo tuvimos en mente hacer una versión de un tema de los 60 de los hermanos Paul y Barry Ryan. Cuando la desaparecida EMI nos aprobó el presupuesto increíble para grabar en Abbey Road, en el Estudio 1 y con una Orquesta Filarmónica, no nos lo podíamos creer. Pero su querida, su amada, su devoradora Londres, ya lo había acogido como la estrella que era. Fue cuando la compañía inglesa se empeñó en que la versión de 'Embrujada' en inglés sería un éxito seguro. Aún con Steve Lillywhite, el ingeniero de Peter Gabriel, otro de sus iconos, en la mezcla final, a los ejecutivos ingleses les pareció que el inglés de Tino no daba el corte. Pero dio igual. Para recibirnos en Heathrow, la compañía nos había recogido con chófer y un magnífico Bentley negro. Tino me llamaba Juli y siempre recordaré su sonrisa, su felicidad, cuando sentado en el Bentley, me soltó: "Ahora sí que hemos triunfado, Juli".
En el estudio de grabación, Tino era un perfeccionista. Para la versión de 'Eloise' invertimos unas seis pistas del magnetófono digital Sony de 48 pistas. Tardó más de una semana, entre tardes y noches, en dar por buena su participación vocal en el tema. Sabía que iba a ser su obra maestra. Pero el caso 'Eloise' es significativo, en muchos sentidos. Hasta de como nos despedimos de Abbey Road.
Un paso de cebra
Andrew Powell era el orquestador que queríamos. Tino se empeñó, porque Powell había hecho el arreglo de un tema tan soberbio como 'Music' para el australiano John Miles. Andrew escribió un arreglo impresionante de 'Eloise'. Sobre las 11 de la noche abandonábamos Abbey Road, Javier Losada -su alma gemela musical-, Tino y yo. Llovía, hacía algo de frío y queríamos andar un poco. Cansados, pero felices. Justo a la altura del famoso paso de cebra de los Beatles, se paró un Rolls-Royce verde. Era Andrew que nos preguntaba si queríamos que nos llevara al hotel. Todavía no me explico por qué dije que no. Tardamos más de 15 minutos en encontrar un taxi. Pero Tino me dijo que entendía mi orgullo.
Londres, indiscutiblemente, era su ciudad, su meca, el palacio de sus sueños. Conocía todos los diseñadores, modistos y genios de la imaginación. Les estudiaba, les analizaba y los remataba, con su imaginación. Sus amigos éramos sus modelos favoritos. Pero también era un devorador de vinilos, videocasetes o todo lo que tuviera que ver con el fenómeno audiovisual de finales del siglo XX.
Poseía una enorme cultura discográfica, por eso hicimos versiones en el estudio de 'White Room' de los Cream, 'Killing me softly with his song' o 'Don't you want me'. Siempre quiso hacer un álbum de covers, al estilo 'Pin ups' de Bowie, pero le persuadí que no lo hiciésemos nunca, porque prefería sus canciones. Gemas como 'Ángel Exterminador', 'Corazón Bimotor', 'Mañana' u otras joyas entre olvidadas y no olvidadas. 'De la piel del diablo', una nueva colección de temas que aparece con motivo del aniversario de su muerte, estúpida, injusta y demoníaca.
Me quedan viejas maquetas de los temas que íbamos a grabar en Tokyo, porque firmábamos con Sony un nuevo contrato discográfico. Mi amigo Nacho Artime, de 'Jesucristo Superstar', de 'Evita' y tantos otros musicales, quería que fuera 'El Fantasma de la ópera', con Miguel Ríos. Tino también se había inclinado hacia la pintura como una salida de incendios. Me imagino que por su depresión al haber cumplido 40 años. Pero, en fin, la muerte hace ángeles de todos nosotros y nos da alas donde antes sólo teníamos hombros.
[Fuente: elmundo.es -Enlace original- ]
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