Iba para pintora. Pero la fotografía se cruzó en su camino para quedarse. Ouka Leele (premio Nacional de Fotografía en el 2005) confiesa, sin embargo, que sus crisis -esos periodos en los que abandona la cámara- son más frecuentes. Bárbara Allende Gil de Biedma hizo aquellas series sobre la peluquería con las cabezas coronadas de lechugas o pulpos y fascinó en una época en la que empezaban a pasar cosas en este país. No sólo en el arte. Así es como algunas de sus fotografías coloreadas se convirtieron en iconos de la 'movida'. (Aquella serie 'Madrid' en la que una sonriente joven sacaba una chuleta de una caja con la Gran Vía al fondo).
El nombre lo sacó de un dibujo de El Hortelano porque, como confesó ayer en la inauguración de la exposición que permanecerá en la vallisoletana sala de San Benito hasta el 24 de agosto, «quería un seudónimo, cambiarme el nombre como si fuera un monje y que nadie me identificara, que no se supiera si era hombre o mujer, joven o viejo, australiana o española». No lo consiguió y años después quiso abandonarlo. «Pero entonces conocí a Paloma, una de las cantantes del grupo Las Hijas del Sol y me dijo que en un dialecto de Guinea Ecuatorial, el bubi, mi nombre quiere decir 'el que da muy bien la vuelta al círculo de la vida'». Ya no pudo cambiarlo sólo le añadió una 'e' en el apellido que era así en el original.
La exposición. Un recorrido por su trayectoria. Algunas fotos de mediados de los setenta, pero sobre todo de los ochenta hasta la actualidad. Están aquellas imágenes en blanco y negro en las que buscaba su sello. Las escenografías. Esos retratos en los que los que alguien miraba a la cámara y, de alguna manera, intuíamos que esa mirada era la suya. Que era ella desdoblada en el modelo. De la misma manera que en algunos autorretratos parece que juega a ser otros.
[nortecastilla.es, con foto de M.A. Santos]
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