Una placa oficial del Ayuntamiento de Madrid rinde homenaje desde este viernes a La Vía Láctea, la mítica sala de la calle Velarde que abrió en julio de 1979 y desde entonces lleva más de cuatro décadas convertida en un referente de la noche y la escena musical en la capital. Su inauguración ha reunido a la familia que puso en marcha este negocio y a responsables municipales, encabezados por la delegada de Cultura, Andrea Levy.
El consistorio reconoce en el distintivo "su labor de difusión y promoción de la música" dentro de las paredes de este espacio, lugar de reunión de grupos desde sus inicios. Por allí pasaron las principales figuras de La Movida, referentes internacionales como Joe Strummer y muchas, muchas formaciones musicales.
"Las salas de música son el elemento capital para esta ciudad, porque han servido por un lado para que surgiera un tejido cultural, una plataforma para hacer crecer a muchas bandas", destacó la delegada de Cultura en el descubrimiento de la placa. Andrea Levy valoró que La Vía formara parte "del relato de los recuerdos y del tejido sentimental de Madrid" dijo después de hacerse una foto conmemorativa junto a David Krahe, Patricia López, Marcos López y Amparo Fernández, los familiares del fundador de la sala, Marcos López Artiga.
La placa municipal llega como parte de una nueva hornada de reconocimientos a espacios comerciales que no son centenarios pero que a juzgar por el consistorio merecen una distinción. El área de Cultura hizo lo mismo con la sala El Sol, que cuenta con una placa similar colocado por su 40 aniversario, y con espacios con El Viajero, la terraza-bar de La Latina, hace algunos meses. La idea del Ayuntamiento es conceder más reconocimientos de este tipo a negocios icónicos de la ciudad: "En el futuro quedan más por venir, como al Museo Chicote o a El Penta, que también forman parte de esta historia viva de la ciudad", añadió Levy, que descubrió La Vía cuando llegó a vivir a Madrid, hace siete años. "Es de estos lugares en los que sientes cuando los pisas sientes esa energía de un sitio donde ha surgido la chispa y el talento de la cultura y ocio madrileños", añadió.
El local, que había sido una carbonería y metalistería antes de convertirse en un bar, fue fundado por Marcos López, un pequeño empresario hostelero que, llegado de provincias y con una enorme vena creativa, imaginó un bar vanguardista cuando en Malasaña no abundaban todavía los locales de copas y sí comercios industriales y pequeñas fábricas. Contrató a Montxo Algora para que lo decorara con sus dibujos y abrió en el mes de julio de 1979 dispuesto a comerse el mundo. Luego Las Costus pintaron estrellas de Holliwood detrás de la barra y, años después, llegaron los carteles de conciertos llenando sus techos y paredes.
Además de su atractivo estético, lo que caracterizó a La Vía desde sus inicios fue la propuesta que salía de sus altavoces, como contaba su actual gestor, David Krahe, durante el reportaje publicado en Somos Malasaña sobre su 40 aniversario. "Es lo que marcó la diferencia, la gente venía aquí a escuchar música", cuenta Patricia. Era un local que, aunque pinchaba grupos de La Movida, centraba su apuesta en sonidos anglosajones de mediados de los sesenta y de los setenta. Un tipo de música que no se escuchaba en ningún otro local de Madrid y que venía de la mano de los DJ del local, prescriptores de melodías gracias a su viajada maleta de vinilos: Pepe Ugena, Javier Bólido, Ángel Aparicio, Kike Túrmix, Ricardo Rodríguez, Diego Manrique, Juan de Pablos o Beni son algunos de los nombres de los pinchadiscos de aquella primera época. Muchos aparecen retratados en el mural de estética pop con un coche como protagonista al fondo del local, que pintó entonces la artista Adela Caballeo en su planta baja y que ha quedado como un pequeño hall of fame de las personas relevantes en los inicios de La Vía.
[Fuente: Diego Casado para eldiario.es -Enlace original-]
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