Qué mal cuerpo nos has dejado, sí. No es culpa tuya, desde luego, pero tenía que decírtelo, y supongo que allí donde estés entenderás que me asome una lágrima cuando te cuento esto. Que a partir de ahora las vivencias serán ya únicamente recuerdos, pero que los tendremos presentes durante el tiempo que nos quede.
Recuerdos, sí... como cuando te conocí, en el Pinón Folixa de Oviedo, y te pedí si me podía sentar a la batería que habías montado en lo alto de aquel escenario. Creo que era en el 92, no estoy seguro. Pero sí de que érais Dona Kebab, que ya habíais sacado el LP y que seguíais intentándolo. El caso es que tú, que eras como eras, generoso y con un corazón enorme (¡ay, ese corazón, Chema!), dejaste que aquel “yogurín” desconocido e indocumentado, con candidez pero con mucha jeta, se sentase al sillín y le diese unos cuantos golpes sin orden ni concierto a tu batería. Y no solo no te negaste a mi ocurrencia, ni tampoco te reíste de mi torpeza instrumental. Ni siquiera me echaste de allí –que es lo que hubiese hecho cualquiera...- pero es que tú no eras cualquiera. En lugar de eso, y a pesar de que apenas quedaba un cuarto de hora para empezar a tocar con Simon y Abel (creo que Alex ya no estaba con vosotros), tú todavía tuviste la santa paciencia de intentar enseñarme durante un rato a compaginar el pie del bombo con la mano derecha de la caja. Y añadiste algo así como “Ven después de que acabemos y lo intentamos también con el chaston, a ver si coordinas las tres cosas a la vez”.
(No me atreví, claro. Y es ahora cuando te lo digo, porque no llegué a contártelo nunca en persona. Y mira que desde entonces ha habido veces...)
Es que tú eras así, Chema. Eras un profesor vocacional a tiempo completo, ya en aquellos tiempos. Incluso cuando venía alguien que te podía hacer un cristo y fastidiarte el concierto, el instrumento o la noche entera. Se habla estos días de tu sonrisa, aunque no tanto de tu sentido del humor, que era tu seña de identidad junto con esa generosidad que te salía por los poros. Se han dicho muchas cosas de gente que te quiso y te quiere, de todos esos grupos donde has tocado (Pálidos Pilotos, Los Berrones, la Banda Gaites de tu querida Noreña, Los Linces, Vaudí, Xuacu Amieva, The Zimmermans, Isaac Turienzo Trio...) ¡qué se yo, quién puede poner cifra a tantos escenarios como los que tu pisaste! Lo que no se puede decir es cómo nos sentimos ahora que ya no estás aquí. Ya ves que hablo mucho, sí, pero la verdad, Chema, es que no hay palabras para explicar este vacío. Y menos aún para llenarlo.
Pero yo quiero contarte una cosa más, también personal. Fue una de las últimas veces que te vi actuar, en Gijón con The Logical Dream. En la crónica me acuerdo que puse algo así como “No sabíamos que Chema Fombona escondiese en sus cuerdas vocales un doble de Rick Davies”. Y es que clavaste la voz del cantante de Supertramp a la hora de interpretar, sin dejar de darle a la batería, ese “Goodbye stranger” con el que pusisteis patas arriba a la concurrencia de la sala Acapulco, de puro entusiasmo. Fue una sorpresa descubrir esa faceta tuya de cantante, te lo dije en cuanto te bajaste del escenario y tú me diste un abrazo de los tuyos, sin mediar más palabra y con esa sonrisota que ahora, al acordarme de ella, me humedece los ojos. Ya luego nos vimos otras veces... fueron unas cuantas, pero ahora me parece que fueron pocas, muy pocas. Tú merecías haberte quedado por aquí más tiempo. Mucho, mucho más tiempo.
Ese corazón tan grande te jugó una mala pasada. Qué mal cuerpo nos quedó a todos con la maldita noticia, con pensar en tu mujer recién casados como estábais. Y en esa hija preciosa que nació en Alemania, testigo y huella vital de que, como buen músico, siempre fuiste un espíritu errante, si me permites la frivolidad. Es que aquí estamos todos estupefactos, descolocados... tristes, en una palabra. Porque a partir de ahora te vamos a echar mucho de menos, “Chimi”. Que los grandes como tú dejan un hueco enorme, y ya ves que estos días en este mundillo nuestro de la música en Asturias no se habla de otra cosa.
Y en fin, que ya no me da vergüenza decirte, delante de todo el mundo, que aunque no me atreví aquel día que te conocí a que me enseñases a tocar la batería, puedo dar fe de que mantuviste ese carácter generoso hasta tu último aliento.
Pasaste por aquí dejando el rastro y el recuerdo que solo dejan las buenas personas, los mejores. Y eso es lo que importa. Además de que fuiste y serás SIEMPRE un batería como la copa de un pino. Eso no lo dudes tampoco, ¿vale?
Hasta siempre, amigo. Hasta siempre, Chema.
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(José María García Norniella, “Chema Fombona”, fue batería de Los Berrones y mil grupos más, y ejercía de profesor titular en el Conservatorio Superior “Eduardo Martínez Torner” de Oviedo. Natural de Noreña, Asturias, falleció en Oviedo el 16 de diciembre de 2015 a los 46 años)
[Redacción Nuevaola80. Rafa Balbuena]
Muchas gracias.Has descrito perfectamente como era. Lo vamos a echar de menos muchísimo. Begoña (hermana de Chema)
ResponderEliminarNo nos imaginamos cómo va a ser nuestra vida sin el nuestru pequeñín. Lo sentimos con nosotros todo el tiempo.
ResponderEliminarGracias por compartir con nosotros tus sentimientos y vivencias con nuestro hermano. Para nosotros no hay consuelo.
Lo que no nos imaginábamos era que era tan querido también por tantas personas que nos lo estáis demostrando a diario.un abrazo a todos. Siempre estará con nosotros. Elia.
Gracias por el sentimiento y cariño que hay en tus recuerdos de Chema: un grande en la música y en su vida.
ResponderEliminarGracias por describir a mi primín con tanto cariño. Es como yo lo veía pero no sabía plasmarlo como tu has hecho. Anabel.
ResponderEliminarMuy emotivo y muy de verdad, muchas gracias por tus palabras, el hueco que nos deja no se va a llenar fácilmente. Pero es muy reconfortante saber de tanto cariño que le tenías tanto tú como muchísima gente tanto de dentro de la escena musical como de afuera, él era así, un brujín muy cariñoso al que todos adorábamos.
ResponderEliminarUn saludo de su prima Eva.
Te agradecemos mucho la estima que tenías a nuestro hijo, reflejada en tu escrito en la.prensa que nos ha llenado de emoción. Un saludo de los padres y familia de Chema. TINO FOMBONA.
ResponderEliminarGracias a vosotros, familia Fombona-Norniella, por habernos dado a Chema. Allí donde esté, seguro que él estará orgulloso de la nobleza, la generosidad y la bondad que sin duda aprendió en casa, de manos de una familia que le quiso tanto y que le enseñó a ser así: de una sola pieza. Un fuerte abrazo: Rafa Balbuena
ResponderEliminarComo te extraño hermano del alma.
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