Sentidas palabras las publicadas por Santiago Auserón desde su muro de Facebook en recuerdo del gran Paco de Lucía, desaparecido recientemente.
Como un rayo me cayó encima hace tres días, igual que sobre otros mucho paisanos de toda condición, la noticia de la muerte repentina de Paco de Lucía. Algo que parecía impensable, porque en cierto modo no puede ser y además es imposible. Su nombre anida en un sinfín de corazones retando al porvenir. Es la seña sonora más universal de los que compartimos el castellano. Gentes de todo el mundo que nunca aprenderán a pronunciar "guitarra" saben cómo sonaba la suya.
La universalidad es una consecuencia de la altura de su música. Y esta es el resultado, como todo el mundo sabe, de un esfuerzo paciente, lento, obsesivo, descomunal, por dominar los recursos expresivos del viejo instrumento. Por hacerse cargo de las maneras de pulsar de muchas generaciones de "tocaores" locales y darles un empujón hacia la escena internacional.
Sonrío recordando aquellas declaraciones de Paco insistiendo en la pereza que le daba enfrentarse a cada nueva gira, a cada nuevo disco, a su propia leyenda de gigante, antes de dejarse filmar con un poco de pena y mucha sorna haciéndose el dormido en su hamaca de Cancún. Descansa ahora, Paco, que tu leyenda viaja sola. Pereza infinita, decía el tío. Vértigo al recordar el esfuerzo tremendo que requiere hacer salir la sensibilidad más refinada de los márgenes de la pobreza. Una certeza te compensa para siempre, Paco: del lecho humilde sale una luz que los cortesanos rara o ninguna vez fabrican. Certeza que se expresa precisamente por medio del sonido musical, sin necesidad de palabras. La música de Paco de Lucía representa la inteligencia del pueblo.
Duro y necesario es admitir que ese nivel se alcanza en muy pocas ocasiones. El patrimonio del arte, que en otro tiempo fuera cosa de unos pocos favoritos de la fortuna, se ha vuelto cosa de muchos por obra del único, del solitario, del torturado instrumentista. Qué paradoja. Paco era muy consciente de que su altura como intérprete y como creador no le daba derecho a sentirse por encima de nadie.
Decía lamentar no haber podido dedicarse al cante. Su modelo era la frase poética expresada con el máximo arrebato. De la carencia de palabra, del silencio cargado de emociones que no se pueden contar, surgió su pulsación nerviosa como un destello, contenida sin embargo como en moldes de arabesco invisible. La falseta geométrica del flamenco adquirió en sus manos la luz del sentido sin pasar por las obligaciones del verbo.
No es de extrañar que se convirtiese en guía para otros exploradores de las voces instrumentales. Del encordado de su guitarra derivan los experimentos con el flamenco más notables en los instrumentos de viento o en el piano. Al hilo de los fraseos de Paco, la nueva música instrumental española está en camino de configurar una poesía de la que también se alimentan los artífices de la palabra. Al final, la querencia de Paco por el cante dejará huella en la lengua, cerrando un enigmático círculo de intercambios acústicos.
El camino que ha trazado Paco de Lucía para la música española no es fácil de seguir. Pero está ahí, iluminado ante nosotros. ¿Quién está dispuesto a seguirlo, a asumir de nuevo tantas horas de esfuerzo tortuoso? Los roqueros estamos acostumbrados a subir al escenario con un descaro que se salta a la torera la mayor parte del esfuerzo. Algo de ese descaro insolente también hace falta para atreverse a inventar el porvenir, las cosas como son. Pero el amor por la forma sonora perfecta, soñada y realizada a la manera de Paco, sea sencilla o compleja, es imprescindible para salir adelante.
El ejemplo del hijo de Lucía compromete a flamencos, jazzeros, roqueros, cantautores, raperos, músicos clásicos y contemporáneos. Nos compromete a todos en condición de oyentes que tenemos que cultivar la lucidez visionaria por medio del sonido. Me ronda la sospecha de que ir un paso más allá por ese camino nunca más será posible en solitario. Para prolongar el destello sonoro de Paco de Lucía hará falta que nos pongamos todos a ello. Paco estará esperando que eso ocurra algún día, tranquilamente tumbado en su hamaca celestial.
Santiago Auserón
[Fuente: Facebook Santiago Auseron]
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