Foto: Xavier Mercadé |
Mi novia se llamaba Ramón
La transformación de Manolita García y Quimeta Portet es el "Rebobinat" del número de Octubre.
En 1987, El Último de la Fila ya poseía una pequeña parcela de éxito con sus dos primeros discos, pero todavía no había tenido la oportunidad para despedir como Dios manda su grupo anterior, Los Burros.
Según recuerda Quimi Portet, "el final de Los Burros fue triste, ya que hasta el último día en que firmaron el contrato con PDI no sabíamos si mantener el nombre o llamarnos El Último de la Fila. No lo teníamos nada claro. El nuevo era un nombre divertido que lo decía todo y era muchos más global". El grupo se alió con la revista Ruta 66, que celebraba su segundo aniversario, y montaron una fiesta inolvidables en la sala KGB (Barcelona) el 14 de Noviembre de 1987 en la que quedó más gente fuera de la sala que dentro. "Acabamos de tenir un poco de éxito como El Último de la Fila y teníamos el sentimiento de haber perdido alguna cosa por el camino a causa de la fama. El hecho de que una revista tan auténtica nos pidiera hacer este concierto nos dió pie a hacer una jugada por tal de poder decir, en cierta manera, 'ep, somos las mismas bestias, los mismos garrulos que éramos antes'".
El cartel se completó con el desconocido grupo sueco The Stomacjmouths, los barceloneses Los Mojados y los grandes The Pantano Boas, todo bajo el patrocinio de la marca Jim Bean, que promocionaba una especie de cubatas de bourboun en lata. Es lastimoso, sí, pero ayudó a incrementar el el punto estrafalario de la noche.
Para hacer la velada más especial, Manolo García y Quimi Portet invitaron a todos los músicos que habían pasado por la banda durante su historia. La única condición era el cambio de sexo sobre el escenario, y así el grupo pasó a llamarse Las Burras. El cantante se llamaba Manolita y su guitarrista, Quimeta, todos luciendo faldillas, tacones y sujetadores; firmando uno de los conciertos más surrealistas, divertidos y emotivos vistos en la ciudad. Según el guitarrista José Luís Pérez ("yo era la Tina Turner del grupo!"): "fue una idea de Manolo, pero Quimi y yo la quisimos secundar inmediatamente". El grupo supo ponerse en la piel femenina sobre todo gracias a "novias y señores de nuestro entorno que con muy buena fe e ilusión nos ayudaron mucho, orientándonos y suministrando el material", recuerda Portet.
Esta transformación de Las Burras se repitió un par de veces más, en el Pabellón del Real Madrid y en el campo de fútbol de Vic: "Lo hicimos como teloneros de El Último de la Fila. La mitad de la gente no entendía nada, porque tocábamos 'Huesos' y canciones así, y de lejos solo se veían unos locos disfrazados", recuerda entusiasmado Quimi Portet.
[Fuente: enderrock.cat, Xavier Mercadé]
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