Foto: Dani Cantó |
Dejando al margen la dicotomía Inglés si/inglés no, tampoco soy yo ferviente admirador de la música independiente de los 90, admito el intento, pienso que bienintencionado, de los grupos de esa época por romper, evolutivamente hablando y de un golpe brusco, la esencia de la música ligera hecha en España sobretodo en los 60 y los 80, las dos décadas de oro del pop hispano pero los resultados fueron más bien dispares, como prueba el hecho de que son pocos los que han sobrevivido a su decenio y los que lo han hecho, están, en nuestros días, limpios del pecado del reconocimiento.
Los Planetas, son otra cosa, ya en su primera época, la de la explosión juvenil, fuertemente marcada por los excesos, sus letras eran especiales y su sonido también, lo suficiente para llamar la curiosidad de oídos abiertos a lo diferente, lo excepcional ... gracias a ello, consiguieron conectar con miles de devotos y con la crítica, no en vano ésta los encumbró y colocó los tres primeros álbumes, los celebérrimos "Super 8", "Pop" y, sobre todo, "Una semana en el motor de un autobús", no solo como referentes absolutos de una generación sino entre los mejores discos hechos en España de todos los tiempos.
Huelga decir que di en su día buena audición a los citados discos, de hecho, todavía hay canciones incluídas en ellos que viven en mi cabecera pero fué "La leyenda del espacio" el disco que disparó mi devoción hacia ellos. Parafraseando y tomando de él el carácter rompedor de "La leyenda del tiempo" de Camarón, el disco es una obra maestra conceptual, un viaje sideral dónde la psicodelia, el pop y el flamenco se dan la mano y fusionan sus lazos en uno solo elemento ... una obra sinigual que refuerza y engrandece otros intentos previos de aleación, llámese Smash, Flamenco, Triana, el propio Camarón ... o, por afinidad, el portentoso "Omega" de los Lagartija Nick.
Tras tan glorioso pelotazo, curiosamente vilipendiado como todos sus predecesores por sus lisérgicos acólitos que no han aceptado el viraje, sus obras posteriores han seguido parcialmente la estela (ya son multi-conceptuales) de manera que conviven perfectamente unas peteneras, unos tarantos o unas alegrías con pasajes sinfónicos e incluso con el rap, estilo al que le une el aspecto reivindicativo de las letras y las elucubraciones místico/ácratas de J, investigador tanto de las raíces antropológicas de la música como de la modernidad sonora independiente. Sea como fuere, siempre nos siguen regalando canciones majestuosas que disparan la avidez de tipos tan iconoclastas como yo cuando hay noticias de algo nuevo de Los Planetas.
El tema que ilustra el artículo, bien podría formar parte, por su estructura sonora y si la exageración lo permite, del repertorio de Pink Floyd etapa "Atom heart mother"/ "Meddle" pero es en la letra (aquí perfectamente legible) en dónde reside la magnificencia de la canción por renegar de la injusticia y de temas latentes que han influido de manera decisiva en la situación que atravesamos en la actualidad y que es, en definitiva, lo que me ha empujado a elucubrar y confirmar que a mi si me gustan Los Planetas, cosa que mis amigos ya sabían de sobra.
[Redacción Nuevaola80. Aurelio Sánchez]
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