La Academia de la Música ha concedido al locutor de radio Juan de Pablos el Premio a la Difusión de la Música de esta XIV edición de los Premios de la Música. Recibirá el galardón durante la gala de los Premios, que este año se celebrará el 4 de marzo en el Teatro Häagen Dasz Calderón de Madrid.
Sería arduo contabilizar el número de horas de fatigoso trabajo o árido estudio mitigadas por el reconfortante sonido de la radio. El locutor, desde la soledad de su cabina, se convierte en una ventana de conocimiento y disfrute para el oyente que aguarda al otro lado de las ondas. Este año, la Academia quiere premiar la labor divulgadora de un auténtico clásico de nuestro dial, un hombre que lleva más de cuarenta años cimentando la cultura musical de la audiencia desde que a finales de la década de los 60 se sentara por primera vez delante de un micrófono. Hablamos de una voz melancólica, preñada de confidencias personales y musicales, una voz que nos ha ido revelando los secretos del mejor pop francés, italiano, anglosajón y, por supuesto, español. Hablamos, claro está, de Juan de Pablos.
Su estilo bebe en parte del gran Ángel Álvarez y su Vuelo 605, pero sólo en parte, porque los eternos suspiros, las confesiones de tintes dramáticos, esa dicción a micrófono desnudo, sin la funda de gomaespuma (técnica que él llama “alta fidelidad”), dan a sus locuciones un aire absolutamente inconfundible. Y a ese estilo de alto voltaje emocional hay que añadir unos conocimientos enciclopédicos sobre el pop de todos los tiempos y geografías: de Carole King a Silvie Vartan, de Bruno Lomas a Los Flechazos, o de Adriano Celentano a La Buena Vida. Sin límites y con una única meta: la canción perfecta.
Juan de Pablos López nació en Cáceres un día de febrero de 1948. Su primera infancia transcurrió en la ciudad extremeña y ya entonces la radio, con sus programas de dedicatorias musicales, tenía una presencia magnética en su vida. Él mismo recuerda cómo por su primera comunión le regalaron una dedicatoria radiofónica del tema de Juanito Valderrama “La primera comunión”. Contaba siete años cuando su familia se mudó a Pamplona y después a Zaragoza. La música se convirtió en válvula de escape para sortear una adolescencia complicada.
En el verano de 1965 se trasladó a Madrid, donde comenzó los estudios para convertirse en ingeniero agrónomo, pero un buen día (nunca mejor dicho, por lo que nos toca) su suerte cambió inopinadamente: en un examen, el catedrático le pilló copiando ‘de unas chuletillas ilegibles’, según explica. ‘Fue un bochorno, delante de toda la gente... Vaya colofón a mi carrera’. Efectivamente, este fue el triste final de su carrera de ingeniería. Sin embargo, nuestro atribulado estudiante estaba a punto de abrir una insospechada vía profesional.
Corría 1968 cuando el locutor en ciernes y ya entonces melómano incorregible entró a trabajar en Radio Madrid seleccionando material discográfico. Pronto le llegó la oportunidad de estrenarse ante el micrófono en un miniespacio de El Gran Musical, a la vez que iniciaba sus colaboraciones en prensa escrita. en 1972 pasó de la SER a Popular FM, emisora señera dirigida por Gonzalo García Pelayo y semillero de profesionales del periodismo musical (Juan Claudio Cifuentes, Julio Ruiz, etc.). En su programa Ozono, que décadas más tarde recuperará en Extremadura Radio, fue perfilando sus señas de identidad musicales y poco a poco derivando del rock sinfónico hacia el pop y el rocanrol más clásicos. En mayo de 1975 fundó junto a otros compañeros y bajo la dirección de Álvaro Feito una revista musical que bautizaron como su programa: Ozono. Se trataba de una revista de calidad, continuadora de Apuntes Universitarios, publicación nacida en el ámbito de los colegios mayores de Madrid.
El siguiente punto de inflexión en su trayectoria tiene lugar el 22 de enero de 1979. Aquel día, a los sones de “Enter Maurice” de la Steve Miller Band, vino al mundo el programa Flor de Pasión, buque insignia de nuestro pinchadiscos. Lo hizo en Radio España FM Onda 2, emisora que se erigirá en los siguientes años en escenario y trampolín de lo que más tarde conoceríamos como La Movida. El programa tiene un aire decididamente nostálgico, aunque sin renunciar a la promoción de nuevas bandas. Pero su valor fundamental es pedagógico: Juan de Pablos enganchó a una nutrida audiencia que descubría atónita la belleza de las canciones de Françoise Hardy o la elegancia de las de Left Banke.
Entre su legión de seguidores había oyentes que pronto se lanzarían a hacer música, una música sin duda influida por su programa. Baste decir que, gracias a Flor de Pasión, los jovencísimos hermanos Urquijo descubrieron “Sobre un vidrio mojado”, canción del oscuro grupo uruguayo Kano y los Bulldogs que luego sería uno de los cuatro temas del debut discográfico de Los Secretos. O que Pedro Almodóvar, según contaba el propio realizador manchego en La edad de oro, decidió incluir el “Salí porque salí” de Cheo Feliciano en su film Entre tinieblas después de escucharlo en el programa. Como se ve, en el rincón de Juan de Pablos encontraban solaz todas las banderías de La Movida.
Entre 1983 y 1986 se abrió un paréntesis en la emisión del programa, ya que Juan de Pablos fue contratado por Radio El País. Su estancia en la emisora será de apenas unos meses. Tras colaborar durante un tiempo con Carlos Tena en el programa musical de TVE Auambabulubabalambambú, regresó a la radio, esta vez a Radio 3, cuyo director, Fernando Argenta, le instó a rescatar Flor de Pasión. Desde entonces el programa no ha dejado de emitirse en distintas franjas horarias, incluida la madrugada. Afortunadamente su horario actual (nueve de la noche de lunes a viernes) ya no exige intempestivos desvelos a su fiel audiencia.
Para Juan de Pablos, su profesión es algo más que un medio de vida: ‘Necesitarlo tanto. El hacer que estas cosas sean como de vida o muerte provoca que uno se agarre al clavo ardiendo. No se admiten flaquezas. Tengo que hacerlo aunque esté en las últimas. La persistencia, la perseverancia... En lo que a mí respecta, yo siempre lo haré’. Descuida, Juan, nosotros seguiremos siempre ahí, al otro lado.
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