Erandio llora la pérdida de Mo, uno de sus vecinos y referente del rock del pueblo, donde ha dejado una «huella indeleble y que perdurará en la
memoria». Son las sentidas palabras de la asociación cultural Track Uno en la que se encuentran algunos de sus amigos y que está moviendo un
concierto-homenaje. José Antonio Moyano Gorospe fallecía este mes de enero a los 56 años dejando dos hijas «excepcionales», June y Nahia, y un nieto, Julen, con el que estaba muy ilusionado.
Estos días recordaban con emoción al que fuera el guitarra de la primera banda punk de Erandio. Pispirutos despegó en 1981. Creada por Yuyu, el
vocalista, y Mo, a la guitarra, llegó en una época en la que se empezaban a ver los primeros punkis del barrio. Un contexto en el que se mezclaban
la reconversión industrial con la contaminación y el 'caballo', que corría como la pólvora. «Ochenta puro y duro», ilustra la cuadrilla.
Parece que fue ayer cuando enredaba con Txus con «unos botes de pintura y palos con cuerdas del pescado de su padre». Hasta que su colega consiguió una guitarra Gibson. «Éramos unos niños y teníamos un equipo con dos altavoces y queríamos meter un micro de cinco puntas –evoca Txus–. Aniceto, su aita, nos hizo un apaño aquella tarde de verano. Aún recuerdo su cara cuando empezó a sonar aquello y se puso a gritar. Se envenenó para toda la vida».
En aquel instante, ya no hubo duda: «Mo necesitaba estar con la guitarra, tocar y componer. Si se la quitabas, le habías matado. No tenía otra cosa
en la cabeza que la música y sus letras. Sus inicios, de hecho, fueron como acordeonista y amenizó muchos momentos», cuentan sus amigos.
Alfon no olvidará cuando iba a ver los ensayos de los Pispirutos en «una droguería de dos por dos metros con la batería y todo dentro. Me quedaba sentadito viendo a los punkis. Allí conocí a Mo», rememora. Muchos recordarán el tema 'Fuera el gas' contra la contaminación y otros temas incandescentes que, como avanza Kike, «se van a seguir recuperando en su memoria. Tuvo evolución musical, pero siempre con alma punk total».
Y llegaría el primer concierto de la banda «con las señoras en la plaza, en un pueblo en el que no pasaba nada». Yuyu (Iñigo en el carnet de
identidad y con quien Mo trabajó en una fundición) confiesa que «estuvo bien». Aquel concierto resultó el revulsivo que inspiró a otros jóvenes para los que se convirtieron en referentes del punk rock.
A lo largo de su vida, Mo formó parte de otras bandas como Acelerados, Noche y los que Pasean, Skalope y Daisy Cutters (con quienes ganó el concurso Villa de Bilbao, en 1997) hasta sus últimos proyectos, Sonora y Espasmo. «Él componía y grabábamos entre los dos –cuenta Javi–. Estaba emocionado».
Dicen que también era «presumido» y «un poeta». E, incluso, llegó a escribir un libro, 'Invencible', con su seudónimo Zero Mocker, en el que relataba «sus vivencias pasadas por el tamiz de la ficción... aunque realistas (ríen)». Guardan silencio. Se acuerdan de su amigo. Que si algo cuidó bien fue a los suyos, entre los que le gustaba estar. «Que la tierra te sea leve, Mo», le despiden.
[Fuente: Ana Ontoso para elcorreo.com -Enlace original-]
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