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Hay días que, por despertarse con noticias funestas, empiezan con la sensación de que el desayuno se le queda a uno algo más que atragantado. Ayer fue uno de ellos, al recibir la mala nueva de la muerte de Alfredo Calonge. El que fuera guitarrista y teclista de Los Negativos, amén de compositor de buena parte del repertorio de la banda emblema de la psicodelia española de los 80 y 90, falleció de un infarto en la madrugada del martes en su domicilio barcelonés, de modo tan repentino como inesperado.
La noticia del deceso de Alfredo, uno de los pioneros del movimiento mod en la península, fue corriendo como un reguero de pólvora entre sus allegados y seguidores, igual que una sombra negra saltando de teléfono en teléfono, hasta el punto de que pocos músicos tan declaradamente ‘underground’ como él suelen recibir tal cobertura en los medios como la que a última hora de la tarde de ayer registraban los buscadores de Internet. Más todavía cuando el guitarrista, nada dado a protagonizar titulares sensacionalistas o morbosos, siempre destacó por su creatividad y su sentido de la estética, terrenos ambos en los que cultivó una cuidada elegancia que reflejaba, de modo muy personal, su querencia por todo lo que sonase, luciese u oliese a ‘sixties’.
Músico, fotógrafo, diseñador y discreto ‘dandy’ a la manera neopsicodélica, su pasión por los 60 se fue incubando desde finales de la década siguiente, y junto a Valentí Morató, Carles Estrada y Roberto Grima formó en 1984 Los Negativos. En una época en la que el Mersey Beat, The Jam y el revival sixties de la New Wave constituían los principales ascendientes entre los mods españoles, ‘Piknik caleidoscópico’, su primer álbum, abrió la espita para la recuperación los sonidos posteriores a 1966, desde el ‘pop art’ a la psicodelia, aparte de imponer entre la concurrencia a sus conciertos una imagen donde abundaban las camisas de amebas y cortes de pelo estilo cacerola. Además de imponer buena parte de estas consignas estéticas, Calonge fue responsable en gran parte de la sonoridad peculiar de aquel álbum, proponiendo y ejecutando los arreglos de clavicordio, órgano farfisa y sitar que convirtieron a ‘Piknik...’ en un clásico instantáneo del pop español desde casi su misma salida al mercado. De hecho, la cotización media de un ejemplar original no bajaba hasta hace muy poco de los 200 euros, algo que atenuó en parte la esperadísima reedición que en 2006 realizó la discográfica Mushroom Pillow. Pero no sólo por su sonido y su portada, sino por el pulso y el lirismo especiales que reinaban –y aún reinan hoy- entre sus surcos, a base de temazos tan definitorios como ‘Graduado en underground’, ‘No soy yo (la psicoastenia)’, ‘En una habitación realmente pequeña’ o ‘El club del cerdo violeta’. Una colección apabullante de estampas de psicodelia urbana, suave desazón adolescente, tripis de provincias o aluviones de cultura pop con conocimiento de causa, cuando en el pop de entonces lo que mandaba era triunfar con cancioncillas clonadas de los Hombres G o ensayar copias de tercera sobre originales de El Último de la Fila.
Un segundo álbum ‘18º sábado amarillo’, apuntalaba en 1987 la personalidad del grupo. Si bien no gozó de los honores dados a su debut, el disco atesora pildorazos como ‘Bagdad’ o ‘Quién ocupó mi lugar’, canciones tan directas y lúdicas como sentimentales y profundas, convirtiendo el ‘spleen’ de cuatro veinteañeros inquietos de la Barcelona preolímpica en nostalgia de unos tiempos que no vivieron. Una jugada estética genial y convincente, que sin traicionar los postulados mods les alejaba a años luz de fotocopias y revivalismos vacíos, pero que, por desgracia, acabó por dividir a Los Negativos. Calonge y Grima abandonaron el grupo a comienzos de los 90, fundando un nuevo proyecto llamado Dr. Love, donde abundaban en la vena soulera que hasta aquel momento no habían podido explotar. Aun así, la amistad entre los miembros del cuarteto no se quedó en el camino, y en el disco ‘Puzzle’ de Negativos (sin ‘Los’), que Estrada y Morató publicaron en 1996, Alfredo aportó su sitar en el tema ‘Los chicos de la calle del humo’, llegando a diseñar un prototipo eléctrico de este instrumento que, hasta la fecha, era la primera vez que se emprendía en España, tal y como aseguraban sus ex compañeros en una entrevista a Jesús Ordovás en Radio 3.
Alfredo Calonge formó parte también de Bondage y Canary Sect, grupos de menor impacto fuera de los círculos sesenteros, pero igual de cuidados en presupuestos estéticos y acabado instrumental. Aparte de la rentrée de Los Negativos con ‘Dandies entre basura’, disco de “ajuste de cuentas con el pasado” publicado en 2009, que queda como testamento musical del grupo que le dio a conocer. Y es que, tal y como él mismo firmó en uno de los más espléndidos temas del grupo, ‘Mi muerte no será para siempre’, así que celebremos que su talento se queda junto a nosotros y que no nos abandonará jamás. Al menos cada vez que la aguja se pose en el tocadiscos y su Rickenbacker nos recuerde que pasó por aquí, como un esteta de foulard y ‘Chelsea boots’, entre arpegios y bajo sus inconfundibles gafas oscuras.
Sin duda, él fue el verdadero ‘Graduado en underground’.
[Redacción Nuevaola80. Rafa A. Balbuena]
Bonitas palabras.
ResponderEliminarSólo un apunte: el tema se titula "Mi Muerte También Será Para Siempre".
Hola Alberto, perdona el retraso en contestar, le comenté (en su momento) la errata al autor del artículo y decidió dejarlo así.
EliminarSaludos.
Simplemente felicitar al autor. Impecable y elegante, modélico.
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