Manolo Molero, propietario de la librería especializada en cómics Futurama, ha fallecido hoy en València, según han informado sus compañeros de esta tienda cuyo origen se remonta a un pequeño kiosco especializado en tebeos abierto a principios de los 80 en Velluters. Sus restos estarán en el tanatorio municipal de València mañana a partir de las 11:00 horas y la cremación será a las 17:00.
Futurama es una de las librerías más antiguas de València y el gran templo del cómic en la ciudad. En 2007 recibió el premio a la labor de los libreros de la Consellería de Cultura de la Generalitat Valenciana y en 2015 el Premio a la labor de los libreros. Pero, sobre todo, Molero será recordado por haber contribuido al desarrollo de la escena del cómic en València, ayudando a dar visibilidad a autores locales, fanzines, y a la “nueva escuela valenciana”.
Situada en la calle Guillem de Castro, en pleno centro de la ciudad junto al Museu Valencià de la Il·lustració i la Modernitat (MuVIM), Futurama ha conseguido en sus más de cuatro décadas de historia imponerse en la escena de los aficionados al género gracias al trabajo de Molero y de sus compañeros Vicente Izquierdo «Capi» y José Rodríguez «Molongui» . La oferta de la tienda, no sólo en literatura sino en mercadotecnia y demás productos vinculados con la cultura popular, ha hecho de Futurama la «supertienda» de cómics de la ciudad.
Molero aprovechó una indemnización laboral para montar, en 1981, una pequeña tienda de tebeosen Velluters, el "barrio chino" de Valencia. Intentaba así volcar comercialmente en ella su frustrada carrera como dibujante de historietas.
"En València no había ninguna tienda de cómics. En Barcelona había una, y creo que en Madrid también. Ahora, Futurama es la segunda tienda de tebeos más antigua de España", confesaba en 2016 con orgullo para reivindicar la tradición que siempre ha habido en esta ciudad con el mundo de la historieta, especialmente en las décadas de los 50, 60 y 70 tanto con editoriales como con dibujantes
El recibimiento a su pequeña tienda fue tan bueno que en 1986 dio el salto a la céntrica calle de Guillem de Castro, con más espacio no solo para tebeos sino para iniciar un auténtico museo del coleccionismo, tanto del mundo del cómic como de los juguetes y su parafernalia, especialmente en unos años donde aún no existía internet y conseguir esos objetos de deseo era toda una odisea.
[Fuente: Voro Contreras para Levante -Enlace original-. Foto: Kai Fosterling]

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