Imágenes. Más que estupor ante el conocimiento del fatal desenlace, la primera reacción matutina de mi mente fué la de volar con la celeridad de una golondrina migratoria a aquellas míticas espontáneas con la pose de micción de Enrique en aquellos seminales tiempos de los Kaka, a la arrabalera farola que sostenía su farra en la portada del único disco con Los Ventiladores, a esa maliciosa risa de mi madre cuando por televisión divisó los pinchos a estreno de la cresta al ritmo de “Escuela de calor”, el video botánico que hizo a los próceres del negocio discográfico descartar la idea de convertirlos en un fenómeno de fans ...
Sonidos. Claro, sonidos templarios de guitarra en el Rock-Ola, en El Sol, en la fiesta de Radio 3 ... guitarra a la que Enrique dotaba de una impronta, la suya, que destrozaba los intestinos y empujaba con insistencia a descongestionar la monotonía, sonidos peculiares, inconfundibles, riffs que le daban, además de ritmo, sentido a un grupo irrepetible ...
El bloqueo viene justo cuando empiezo a tomar conciencia de la ausencia, de lo desguarnecida que queda la banda del talento, Enrique ya no está, no va a estar, tremenda conclusión esa de mutar, de la noche a la mañana, de obra de un espíritu inquieto a legado, aunque nunca peor que el agotamiento de una llama de creatividad e innovación que definitivamente se apaga.
Van pasando las horas y, con ellas, las noticias de la prensa convencional que hablan de una honrosa entereza a la hora de afrontar su mal, de la afabilidad de su carácter de sus trabajos de producción en la sombra, de su innegable calidad siempre a rebuzo de Santiago y Luis ... ningún mérito tan certero como la categoría de orfandad que, sin ti, le otorgan al pop español. Dudo por instantes en husmear en sus trabajos más desconocidos para mi pero desisto de inmediato por mor de la coherencia, esa que me dice que su memoria no merece ese ejercicio de desconsideración, me dispongo a abrazar a la negra flor y me fío de mis sueños, seguro que mañana nos despierta, a todos los que disfrutamos con tu viaje, el canto del gallo.
P.D. Recuerdos a Annabel Lee
[Aurelio Sánchez Castillo para Nuevaola80]
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