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Arranz apareció en la escena rockera a comienzos de los años 80. Sus primeros pasos los dio muy joven, con un grupo creado en los años de la EGB, aunque su primera banda en serio fue Alta Tensión, formada por varios alumnos del Maimónides y con la que llegó a debutar en la I Muestra Pop-Rockera, una de las citas ineludibles de aquellos días. Kike pasó luego por diversos grupos como El Desierto que Viene, El Hombre Gancho, El Asiento de Atrás y colaboró con artistas como Queco o Medina Azahara. Su último concierto lo ofreció el pasado viernes en la Sala Góngora de la capital junto a la Pepe Navarrete Band. La actuación tenía un fin benéfico, ya que se buscaban fondos para el tratamiento de un niño afectado por una enfermedad rara.
Las últimas horas de su vida las entregó Arranz sin embargo a su otra gran pasión, la fotografía, a la que cada vez dedicaba más tiempo y que le permitió mostrar un yo artístico que iba más allá de lo musical. Preocupado por la formación, el bajista acudió el sábado a un curso en Sevilla para profundizar en sus conocimientos. Paisajes de hondo lirismo y retratos son parte del legado que deja un tipo que hace unos meses, en una entrevista a la web cultural El Azogue, decía estar seguro de haber nacido para artista. Y así lo fue, un día tras otro, hasta el final de sus horas.
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