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29 ene 2024

Adiós a Tolo de la Fuente, teclista de Archiduques, Cuélebre o Ilegales.

La música asturiana se ha teñido de luto con la desaparición de Tolo de la Fuente, uno de los instrumentistas más ubicuos y apreciados de la escena regional y auténtica historia viva de nuestro pop-rock. Integrante de bandas como Ilegales, Cuélebre, Salitre o la última formación de los míticos Archiduques, e hijo del también músico y compositor Antolín de la Fuente Cla (autor de canciones como 'Suenen les campanes', 'Mocina dame un besín' y director de la Banda de Música de Gijón), el teclista gijonés fallecía en su casa de Zahora (Conil de la Frontera, Cádiz) en la madrugada del sábado, dos días después de haber cumplido los 75 años y tras haber estado luchando durante más de año y medio con la enfermedad.

La noticia caía como un verdadero mazazo entre quienes habían compartido con él proyectos artísticos y una amistad que trascendía más allá de los estudios o los escenarios hacia alguien, que en el decir de todos los que lo conocieron, amaba la vida, sus noches y sus días, con tanta pasión como la música que lo acompañó hasta el final del camino en su refugio de la playa gaditana de Zahora donde pasó los últimos veinte años. Así, Jorge Martínez, recién llegado de la gira de Ilegales por Colombia, evocaba al que fuera teclista de la banda entre 1987 y 1994 -con la que grabó tres discos- como «un gran improvisador, una persona de muy buen gusto en todos los aspectos de la vida y un músico que nunca tocaba las cosas de la misma manera, siempre buscaba algo diferente, aunque no sé si lo buscaba o se lo encontraba, pero tenía ese punto de llegar siempre a caminos buenos», también al «bon vivant, en una celebración constante con la vida, algo que mantuvo hasta el último día». Su compañero en la misma banda durante esa época, Rafael García Rodríguez, Rafa Kas, coincidía en la definición de alguien a quien consideraba «mi amigo, mi compañero, mi hermano, todo, en la música y en la vida. Nos manteníamos en contacto permanentemente, yo bajaba a Zahora todos los años y tocábamos juntos en un sitio que se llama La Alhambra. Este último verano ya no pudo y aunque era algo que podía esperarme, puede imaginarse cómo estoy», expresaba destrozado por la noticia, a la vez que rememoraba a un compañero «con el que nunca te podías aburrir, tenía un sentido del humor increíble, y no le gustaban los buenos sino los malos. Un músico excepcional».

Desde Gijón, a su única hermana Marián, le costaba hablar de Tolo en pasado: «Mis hijas y mi nieta estaban con él, sabíamos que estaba muy malín, pero aún soy incapaz de aceptarlo. Amaba la vida y lo hizo hasta el final, murió tranquilo en su casa. De él solo tengo recuerdos buenos. Era un amor», manifestaba horas antes de viajar hasta Cádiz para despedirlo en un acto íntimo con su familia: «No habrá funeral porque a él no le gustaban esas cosas ni creía en ello». En su tierra queda el recuerdo emocionado en sus amigos y los innumerables temas que grabó o compartió en los escenarios con Julio Ramos, Cuélebre, Salitre, Los Almirantes, Bambú, Orquestina Son Les Poles, Casa Matías o Jerónimo Granda, además de Ilegales. Un imprescindible de la música asturiana que halló su norte en el sur.

[Fuente: El Comercio -Enlace original-]

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