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24 dic 2018

Contundente crítica de Diego A. Manrique sobre el último libro de Victor Lenore

Diego A. Manrique, desde su columna en El País, se despacha a gusto acerca del nuevo libro de Victor Lenore en el que intenta destapar "el lado oscuro de la movida". En su texto, que reproducimos a continuación, le achaca falta de profundidad contextual, escasez de contenidos y ansia de revanchismo.

Hasta enterrarlos en el mar: contra la movida madrileña y la Transición

Fue la gran pirueta de 2014. Víctor Lenore, periodista que cubría el territorio del indie musical, hacía fe pública de su arrepentimiento con 'Indies, hipsters y gafapastas'. Un libro meditado que, confesaría posteriormente en alguna entrevista, no le ayudó en términos profesionales: en el país donde Dostoievski situó a su Gran Inquisidor, en general no gustan los apóstatas.

La posterior trayectoria periodística de Lenore ha sido trepidante, con reivindicaciones de Camela, Laura Pausini, o Isabel Pantoja. Uno aguardaba con curiosidad su nuevo libro, de título contundente: 'Los espectros de la Movida. Por qué odiar los años 80' (Akal). Déjenme decirles que es más y menos de lo que esperábamos.

Menos ya que, visto su escaso texto, uno esperaba un pamphlet agresivo, al estilo francés. Y no. Pertenece a un subgénero ya trillado: el dosier para un juicio sumario contra la Movida, seguido por la sentencia y su ejecución. Lenore ha rastrillado todas esas anécdotas que producen sonrojo más los arreglos de cuentas y los renuncios. Nada escapa a sus púas: hasta añade fragmentos de ficciones de Francisco Umbral, Víctor Coyote o Juan Madrid.

Hay demasiadas citas y pocos filtros. Se recogen denuncias de artistas amargados que, como mínima precaución, deberían haber sido puestas en cuarentena. Se celebran programas televisivos sin cuestionar su nepotismo. Para tratarse de un movimiento inicialmente musical, el proceso de escucha de Lenore no parece muy profundo: Aute es reconvenido por "Qué me dices, cantautor de las narices", supuesta muestra “de crueldad insólita” con los cantautores, sin comprender que el propio Luis Eduardo ironizaba sobre su imagen pública (y la de sus colegas). Aspirando a la caza mayor, denuncia 'Ring, ring, ring', de Sabina, como “la canción más rancia del pop español”, sin advertir que es un ejercicio de estilo, basado en madrileñizar el 'Like a Rolling Stone', de Dylan. Claro que no podemos esperar mucha finezza de alguien que describe el cancionero de Joaquín como “la apoteosis del yuppismo”. Seguramente, tal caracterización hasta complacería a Sabina, que superó los años ochenta sabiéndose marginado por la modernidad.

Sugería que 'Por qué odiar los años ochenta' es más que un alegato contra la movida. No, también pretende desmontar la Santa Transición, pulsión irresistible entre los que alcanzaron la mayoría de edad cuando la principal amenaza a la convivencia eran los Bárbaros del Norte. Unos asesinos implacables que eran jaleados por muchos de los grupos del llamado rock radical vasco, movimiento aquí piropeado ya que “ha envejecido mucho mejor que el pop de la capital”.

Esta mezcla de observaciones ad hominem y pinceladas gruesas esconde cierta “nostalgia del odio”, ansia de revanchismo. Lenore lamenta incluso que los demócratas de 1978 no elaboraran “listas negras de intelectuales fascistas”, como asegura que ocurrió tras la Revolución de los Claveles portuguesa: “allí se marginó culturalmente a quien había legitimado el régimen militar, mientras aquí se prefirió cubrir todo de purpurina, poniendo los medios públicos a los pies de una pandilla de jóvenes pintados de colores”. Uno debería recordar que el 25 de abril fue un golpe militar rápido, incruento, exitoso. Justo lo contrario al que se inició el 18 de julio. Antes de convocar a una nueva guerra civil, conviene estudiar el resultado de la anterior, la correlación de fuerzas, los peligros de la intransigencia.

No se ha hecho mucho de esperar la contestación de Victor Lenore en el propio muro del periodista burgalés que, en ningún caso, queremos obviar. Lenore, a caballo entre la admiración y el reto directo, manifiesta:

Como he dicho en mi muro, agradezco mucho tu columna y más aún las cinco citas de tus textos de la época (todas brillantes) que incorporé a mi libro. A Los Coyotes los mencionó varias veces con admiración y además invité a Víctor Aparicio Abundancia al debate sobre el libro en la Fundación de Investigaciones Marxistas. Por desgracia, he escuchado a todos los grupos menores de los ochenta, aunque por su irrelevancia preferí no citarlos. Un abrazo y reitero mi invitación a debatir en público (o en privado con un café) cuando te apetezca.

Desde su perfil de Facebook, Lenore (tal y como apunta al principio de su respuesta) afirma:

Quisiera dar la enhorabuena a Diego Manrique Martinez por la proeza de reseñar mi libro sin mencionar al PSOE de los ochenta, protagonista absoluto del texto (él sabrá el porqué de la omisión). Reitero mi invitación a debatir con él cuando y donde quiera sobre la cultura popular de esos años. Manrique siempre ha destacado por ser el crítico español que mejor escribe y por su curiosidad por los sonidos no anglosajones, dos virtudes que escasean en el gremio. Espero tener oportunidad de hablar con él sobre los ochenta, aunque sea en privado con un café. 

Sobre la acusación final de que soy un ignorante en cuanto a historia, le pediría que fuera un poco honesto y nos contase cuántas de las sesenta referencias de la bibliografía ha leído, ya que las menciones a ensayos sobre política, sociología y estudios culturales brillan por su ausencia en los textos que ha escrito en cuatro décadas. Es totalmente falso que yo me posicione en el libro contra la Transición, solo lo hago contra el papel cultural del PSOE (y contra las canciones machistas de Sabina, un autor de quien aprecio otras piezas de su repertorio). Dicho esto, vuelvo a agradecer el espacio que me dedica y las cinco citas (todas brillantes) de sus textos de la época que utilicé para el libro (realmente me fueron de gran utilidad para cuadrar algunos capítulos). Un abrazo.

En cualquier caso, la polémica está servida.

[Fuente: Diego A. Manrique para elpais.com -Enlace original-]

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